Recién en un vuelo desde Atlanta con destino Lima tuve la suerte a disfrutar las amenidades de la clase Business Elite de Delta Air Lines. Los asientos se reclinan 180° hasta quedar completamente horizontales e incluyen una almohada grande y un edredón acolchado. También hay una pantalla de entretenimiento grande y una cantidad de películas imposible de ver en un solo vuelo incluso vuelos muy largos. Pero lo mejor del punto de vista de un sommelier es la selección de vinos ofrecidos. Andrea Immer Robinson, Master Sommelier, ha seleccionado pensativamente vinos que te dejarán agradablemente encantado y relajado mientras estás cruzando a una altitud de más de 10,000 metros en exceso de 800 kilómetros por hora. Esto, sin embargo, es exactamente lo que complica la selección de vinos para servicio en un avión. La mayoría de aeronaves modernas no mantienen ni presión ni humedad cómoda a la mayoría de nosotros seres humanos (¿una vez has anotado el edema de las manos y de los pies después de un vuelo largo?), aunque la nueva generación de aeronaves como el 787 Dreamliner y el 747-8 Intercontinental nos prometen a aliviar este problema. Por eso, nuestra percepción de un vino es diferente a una altitud de 10,000 metros y hay que considerar esto en la selección de vinos para servicio en una aeronave. Aunque te puede aparecer un interesante trabajo seleccionando vinos para un maridaje, hay el trabajo que ocurre escondido del ojo público. Un buen sommelier tiene la habilidad de probar un plato y más o menos rápidamente tener varios vinos como opciones a acompañar dicho plato. Trabajando en un restaurante que sirve unos 200 personas en una noche, sin embargo, es algo distinto a seleccionando vinos para una aerolínea con más de 1,500 vuelos diariamente. No tengo las cifras a mano, pero si se considera un promedio de 10 pasajeros viajando en la cabina ejecutiva en cada vuelo diario, y cada de esos pasajeros sólo toma una copa de vino de 5 onzas, significaría casi 3,000 botellas consumidas diariamente. Entonces encontrar una bodega que produce el vino indicado en cantidades suficientes para acompañar el menú planeado en un periodo de tiempo especificado puede ser algo difícil. Jeannie Cho Lee, Master of Wine, ha escrito en su blog Asian Palate de sus experiencias en la selección de vinos para el programa de vinos de Singapore Airlines. Ella menciona que la aerolínea compra anualmente casi 4 millones de botellas, y ella y dos personas más viajan a Singapur cada 5 o 6 meses para evaluar para el programa de vinos de la aerolínea entre 600 a casi 1,000 distintos vinos.
El vuelo 151 de Delta partió un poco en avance de la hora indicada. Como normal en la cabina ejecutiva, se ofrecen Champagne o una Mimosa antes de partir. Las copas se coleccionan antes de despegar. Pronto después de llegar a la altitud de crucero se empieza el servicio de la cena, en este caso más o menos a las 5:30 pm. Se ofrece una toalla cálida para lavarse las manos, y luego se sirven nueces cálidas y su preferencia de bebida. Yo había disfrutado del Champagne Piper-Heidsieck en el vuelo de Lima a Atlanta, entonces pedí el Albert Bichot Montagny para empezar. La vajilla, los cubiertos y las copas no son de calidad lujosa sino de calidad estéticamente agradable. La copa de vino era algo pequeño, pero no puedo imaginar el cuidado ni el almacenaje de copas de cristal en la cocina de una aeronave. La atención brindada por la tripulación era excelente. Ellos nunca fallaron en el servicio e integraron hábilmente sus obligaciones como tripulación con el servicio de comida y bebida. La carta era bien diseñada e impresa con texto de tamaño suficiente grande para ser leído fácilmente. Las descripciones de los vinos eran interesantes, correctas y no demasiadas técnicas.
El primer plato incluyó dos cosas. El gravlax con ensalada de algas rojas era refrescante. El aspecto aceitoso del salmón era delicioso con las algas crocantes y picantes. Las alcachofas a la parilla con tomate amarillo asado eran bien presentadas y ricas. Los sabores de estos dos platitos maridaron de buena manera con el vino de Albert Bichot. El próximo plato era una sopa crema de zapallo, muy rica y cremosa con una maravillosa nota de especias oscuras. Con sus notas exóticas y afrutadas el vino Zalze Bush Vine Chenin Blanc de Sudáfrica era la perfecta selección para acompañar la sopa.
Cuatro opciones fueron ofrecidas como plato de fondo: hamburguesas de cangrejo con una salsa aïoli al limón, fettuccini Alfredo, y un plato frio con rosbif y pechuga de pollo a las hierbas, pero seleccioné el plato con filete de res a la parilla y langostinos. Me quedó completamente sorprendido de la calidad del filete de res, preparado en una cocina ahora más de mil kilómetros lejos, perfectamente cocido, poco hecho, con las marcas de la parilla y el sabor del humo como el chef ya lo había sacado de la parilla. Los langostinos también eran perfectamente preparados y suculentos. Felicidades a Michelle Bernstein, la chef de cocina de la clase Business Elite Internacional de Delta Air Lines. No pude resistir la tentación de probar las dos selecciones de vino tinto para determinar cuál maridaría mejor con el plato de fondo. El vino Patz & Hall Sonoma Coast Pinot Noir era particularmente vivo a una altitud de 10,000 metros. Los aromas de cereza, baya salvaje y cranberry con toques de canela y humo casi explotaron de la copa. El más vino tinto de más cuerpo, el Casillero del Diablo Cabernet Sauvignon Reserva, un vino de buena calidad-precio, mostró la nota de casis típica de la cepa, acentuada con notas de cedro y un toque de pasas. Pero moviéndolo mucho en la copa el vino no quiso expresar más complejidad. No pude resistir una copa más del vino Patz & Hall Pinot Noir, y mientras pasábamos sobre la isla de Cuba yo consideraba el color del vino al color carmesí del cielo fuera de mi ventana.
Ahora la tripulación ofreció tres tipos de postre, un surtido de quesos finos, un helado de vainilla, o un cheesecake al estilo neoyorquino. Tanto yo quería probar el surtido de quesos, para mí simplemente era imposible. El vuelo aterrizaría en cuatro horas, y yo quería un rato para recuperarme de la comida y del vino, y por supuesto probar el asiento que se reclina 180°. Los vinos de postre me tentaron: el Cave de Gan Juraçon, el Ferreira Dona Antonia Porto Reserva, y el Chambers Rosewood Muscat. Sin embargo no pude, y presioné el botón y el asiento se reclinó completamente, me cubrí con el edredón y me dormí.
Bueno, si piensas que ya acabó el servicio en la clase Business Elite, ¡te equivocas! Más o menos una hora antes de aterrizaje, ¡más comida! Para mí sería imposible comer más, pero el sándwich caliente de rosbif con mayonesa de rábano olió y me parecía delicioso. Y para asegurar que te engordarías completamente, te ofrecían una torta de trufas de chocolate. Imagínate, tanta comida servida en un vuelo de menos de siete horas.
El vuelo llegó en avance al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, y me despedí de los miembros amistosos y profesionales de la tripulación, esperando a encontrarlos en un futuro vuelo de Delta Air Lines.
Los vinos ofrecidos
He incluido aquí las notas de cata de Andrea Immer Robinson.
Piper-Heidsieck Brut Champagne sin añada, Francia
Un Champagne absolutamente elegante, con notas de masa madre, cítricos y nata fresca. En paladar en una vez es fresco y cremoso con sabores de yogurt de limón y manzanas verdes frescas.
Albert Bichot Montagny Blanc 2008, Côte Chalonnaise, Borgoña, Francia
La denominación de Montagny se encuentra en la zona de Côte Chalonnaise en la región de Borgoña de Francia. Aquí se encuentran los vinos clásicos y elegantes de Chardonnay fermentados en barrica como este ejemplo: notas de tostadas con sabores sutiles de manzana horneada. Encantador maridado con fideos en salsas sutiles y con quesos finos.
Zalze Chenin Blanc Bush Vines 2008, Western Cape, Sudáfrica
Absolutamente un vino exótico, con pera a miel y notas de membrillo, y una textura cremosa y exuberante. Delicioso sólo, o maridado con mariscos y comida de pollo.
Casillero del Diablo Cabernet Sauvignon Reserva 2008, Valle Central, Chile
Uno de los Cabernets famosos chilenos, tomando su nombre de la famosa cava, la colección privada del don Melchor, uno de los fundadores de la enología chilena. Este vino, aparecido a los de Burdeos, con notas de cedro empolvado, grafito de lápiz y casis oscuro en el paladar.
Patz & Hall Pinot Noir Sonoma Coast 2007, California
Un Pinot Noir para los fanáticos que reclama la complejidad de los ejemplos de Borgoña y con las notas afrutadas típicas de los ejemplos californianos. Aromas de humo, canela, tierra, cranberry seco, y la suavidad de cereza pura en el paladar. Perfecto con platos de salmón, pollo o queso de cabra.
Cave de Gan Juraçon, sin añada, Francia
Este vino es peras a miel y duraznos en una copa, con ligeras notas florales, pasta de membrillo y damasco confitado. Delicioso con quesos, helados, y simplemente sólo.
Ferreira Port Dona Antonia Porto Reserva sin añada, Portugal
Este vino de color dorado-ámbar de estilo “tawny” ofrece capas de sabores a pecanas tostadas, azúcar a canela, cappuccino, y notas de jarabe de arce. Encantador con chocolate con leche o postres a nueces.
Chambers Rosewood Vineyards Muscat sin añada, Rutherglen, Australia
¡Higos a miel en una copa! El olor decadente y especiado, y textura untuosa acompañan increíblemente el chocolate, los helados, y nueces tostadas.
Lee mis notas de cata sobre uno de estos vinos, en el vuelo versus en la tierra, aquí.
El Blog de Vides y Vinos por Gregg Smith 
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